Cuando viajo me encanta combinar mi pasión por los viajes con otras pasiones como el cine, la televisión, el deporte o la lectura, y visitar lugares en los que ha ocurrido algo importante que tenga que ver con esos sectores. El que te traigo hoy es uno de ellos, nada menos que la isla de Robinson Crusoe, aquella que Daniel Defoe tan bien supo explicarnos en su maravilloso libro.
Robinson era un náufrago que vivió en una isla durante varios años después de que su barco se hundiera. Esa historia quedará siempre en la memoria de muchos y seguirá siendo importante generación tras generación, ayudando además a quien la lee a superarse a sí mismo y luchar por conseguir sus metas. Es una historia real basada en Alejandro Selkirk, un marino escocés que vivió en una isla y que es la que ahora todos conocemos como la isla de Robinson Crusoe.
Esta isla está en el archipiélago de Juan Fernández, el cual fue descubierto en 1574 por el navegante español del mismo nombre y que está en territorio de Chile. Está formado por tres islotes, uno de ellos el de Crusoe y que es un paraíso desconocido por muchos, lo que lo hace mucho más especial. Actualmente se visita para practicar turismo de aventura como el senderismo o el trekking aunque también es un lugar en el que puedes ver maravillosos paisajes.
Fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1977 gracias a la gran cantidad y variedad de flora y fauna que tiene. Allí puedes visitar la Plazoleta del Yunque, un lugar desde el que observar toda la isla y ver unas panorámicas alucinantes, además de poder visitar también la cueva en la que el marino estuvo viviendo durante 5 años. Al sur de la isla hay un mirador muy famoso y que es desde el que Selkirk divisó el barco que lo rescató.