En más de una ocasión, hemos hablado del Algarve por ser una zona que cada año es muy visitada por muchos turistas y por las posibilidades que ofrece tanto de playa como de interior. Y, en esta ocasión, nos vamos a centrar en tres localidades que bien merecen una visita y pasar, como mínimo, un fin de semana para desconectar y disfrutar.
Silves
Este pueblo está situado en las faldas de la Sierra de Monchique y está rodado de naranjos y viñedos. Durante siglos, fue una localidad que se convirtió en un punto neurálgico del reino árabe y que atrajo a muchos príncipes. Un halo mágico que se mantiene, al igual que su misterio.
Además de recorrer sus calles formadas por casas pequeñas y encaladas, no hay que perderse el castillo, que es además uno de los monumentos más importantes del Algarve. En él, hay que admirar la arquitectura militar islámica.
Loulé
Esta localidad, situada cerca de Faro, es otra de las localidades que no hay que dejar de visitar en la ruta por el Algarve. En ella, por ejemplo, destaca el Mercado Municipal, que es una construcción de inspiración morisca, recuerda a una mezquita, que data de 1908 y en la que destacan los minaretes rojizos.
Tampoco hay que dejar de visitar el castillo y las calles medievales que le rodean y que llevan a una iglesia, convento y jardines. Parada obligada es el Café Calcinha, que forma parte de los Cafés con Historia de Portugal por su vinculación con literatos y pensadores.
Alcoutim
Y, finalmente, esta ruta la cerramos en Alcoutim, que es un destino ideal para las personas que quieran hacer senderismo o actividades en la naturaleza. La localidad y la zona están rodeadas de numerosas especies de flora y fauna, muchas de las cuales están el peligro de extinción. También cuenta con una ictiofauna que es única en Europa.
Por supuesto, se pueden realizar actividades acuáticas en el río como kayak o paseos en barca y visitar el pueblo formado por pequeñas casas blancas con puertas azules o amarillas y sus calles que serpentean que conducen a su castillo del siglo VIII.