El verano pasado tuve la suerte de visitar Escocia, un país que me enamoró desde el primer día pese a la lluvia. Aterricé en el Aeropuerto de Glasgow y allí pasé los dos primeros días hasta que me trasladé a la capital, Edimburgo.
Se trata de una ciudad espectacular, llena de vida sobre todo si tienes la suerte de coincidir con uno de los festivales que se celebran a lo largo del año. Sin embargo, no todo es bailar y beber cerveza con el clásico kilt, sino que hay más, mucho más.
Una tierra plagada de leyendas
La mayoría de turistas visitan Escocia para vivir en primera persona sus leyendas y misterios mejor guardados. Por eso no hay nada como acceder a un tour para conocer de pe a pa todo lo que sucedió siglos atrás.
Con Real Tours, que es con quienes realicé el tour durante mi viaje, tienes dos opciones a elegir. La primera es el Free Tour, que empieza todos los días de julio a septiembre (ambos incluidos) a las 11:00 am desde The Royal McGregor 154 High Street, The Royal Mile. El resto del año es de viernes a domingo.
La otra opción es el Ghost Tour, el que hice yo, que cuesta 5 libras y arranca a las 09:30 pm. El objetivo de quienes lo organizan es que conozcas el lado más oscuro, salvaje y macabro de la ciudad. Todo ello explicado a través de fenómenos paranormales que han sido estudiados por la parapsicología y están avalados por varios testigos. Dura una hora y media y puedes preguntarle todo lo que quieras a los guías.
Te llevarán por lugares clave (callejones oscuros, cementerios…) y llegarás a creerte muchas cosas si vas con la mente abierta y no eres una persona excesivamente escéptica. El recorrido dura una hora y media y hay quien llega a pasar miedo.