Suiza es un país con muchos atractivos. No solo es conocido por su sector financiero, así como por productos como el chocolate, el queso o los relojes. Su territorio alberga una gran cantidad de parajes y localidades con mucho encanto, que permiten vivir veranos inolvidables, pero también inviernos. De hecho, Suiza es un destino ideal para ir también en los días más fríos. Y no solo para esquiar. Se pueden hacer muchas más cosas para disfrutar de experiencias únicas.
Nieve
Suiza y nieve son dos palabras que están asociadas en el invierno. Y razones no faltan porque se pueden realizar un montón de actividades. Por ejemplo, en Göschenen, es posible dar un paseo por el bosque con raquetas para disfrutar del paisaje natural y acabar en una tina de madera con agua caliente en la que se toma una copa bajo el cielo estrellado mientras se mira al glaciar Damma. La experiencia se completa con una fondue de queso, que se toma en un establo alpino.
En este país también se encuentra la pista más larga de Europa para deslizarse en trineo, salvando un desnivel de 1.350 metros. En concreto, se trata de Big Pintenfritz, que une Faulhom y Grindelwald Oberäll y que pasa también por Bussalp. Es un recorrido en el que, en ocasiones, se ven ciervos.
Otra opción es pasear con huskies, lamas o yaks, que tiran del trineo, disfrutando de una experiencia única que combina la velocidad con la fuerza de los animales dentro de un paraje natural de gran belleza.
Hielo
Y, para los amantes del hielo, otra buena experiencia es bucear bajo él. Sí, es posible en Suiza. Para ello, hay que ir al Lago Lioson. Bajo su capa helada se puede ver el agua cristalina y admirar un precioso juego de luces del mundo helado mientras se bucea entre los peces. También se observan burbujas de hielo.
Siguiendo con el hielo, ¿por qué no construir un iglú? Es otra alternativa para disfrutar de Suiza con el fin de pasar la noche en pueblos y lejos de los principales núcleos poblacionales. Tan solo hay que ir al valle de Flüelatal para hacer la construcción y pasar la noche ahí. Si no se quiere construir, pero se quiere dormir en un iglú, la alternativa pasa por dormir en los que hay en zonas como Gstaad en los que se dispone de sacos de dormir resistentes a las temperaturas del invierno y de pieles de oveja. Algunos, incluso, tienen jacuzzi.
Los aficionados a la pesca pueden practicar este deporte en el lago Melchsee-Frutt a través de un pequeño agujero como si se fuera un esquimal para tratar de capturar una buena trucha alpina o algún otro ejemplar que suele acudir atraído por la luz exterior.
Esquí
Y Suiza también ofrece posibilidades para disfrutar del esquí de una manera diferente. En la estación de Vaud, se practica Skicross, gracias a las curvas, desniveles o saltos que pueden realizarse tal y como hacen los esquiadores acrobáticos.
Volar
Y, para aquellos que prefieran volar, una buena actividad es sobrevolar los valles y montañas nevadas de Suiza. Por ejemplo, en Grindelwald First, hay una especie de tirolina en la que las personas están boca abajo y vuelan a 80 kilómetros por hora.
Más tranquilo es disfrutar de una fondue en una telecabina, teleférico en el que es posible tomar otros productos como vino blanco de Valais, té aguardiente o algún postre.
Cuevas
Otra experiencia inolvidable es dormir en una cueva de 120 millones de años. Es Höllock y está en Muotathal. En este entorno, está el sistema de cuevas más grande de Europa. Además, tiene la particularidad de que la luna siempre brilla, con independencia del tiempo que haga. Eso sí, hace fresquito porque la temperatura es constante a seis grados.
La cueva tiene más de 200 kilómetros explorados y la experiencia permite sumergirse en sus profundidades o bien observar las estalactitas y formaciones rocosas de más de 120 millones de años de antigüedad.