Seychelles. Solo decir el nombre viene a la cabeza el paraíso en forma de playa. Pero lo cierto es que bajo este nombre hay mucho más. Y, en concreto, nada menos que un archipiélago de 115 islas que son el máximo exponente de la belleza de excelentes playas, la naturaleza más salvaje y el lujo. Un territorio con muchas posibilidades para descansar y vivir una estancia diferente en las aguas del Índico.
Atractivos
Muchas islas, pero poca población, ya que tan apenas se llega a los 100.000 habitantes, lo que hace aún más atractivo este destino por la prácticamente nula masificación. Una de sus visitas obligadas es la isla de Mahé, que es la mayor de todo el archipiélago.
En ella se encuentra Victoria, una ciudad con mucho encanto y que parece hecha en miniatura, aunque llena de la cultura del país. Merece la pena ver la arquitectura colonial africana entremezclada con edificios de madera de todos los colores.
La ciudad está rodeada de montañas graníticas y de una gran y variada vegetación. También se puede visitar el Museo Nacional de Historia, que recuerda al Big Ben y que, a su vez, es el monumento más representativo.
En la capital, igualmente el mercado local es otra visita obligada para conocer esta parte de la actividad de la ciudad y conocer su gastronomía, sobre todo, las especias y hierbas aromáticas que le dan un toque personal a unos platos fruto de la fusión de la tradición criolla, francesa, china e india.
Continuando con el recorrido, otra de las paradas es Mission Lodge, un mirador declarado Patrimonio de la Unesco, pero que anteriormente era una escuela para hijos de esclavos liberados en el siglo XIX. Su construcción como balcón se hizo en 1972 ante la visita de la reina Isabel II de Inglaterra que inauguró el aeropuerto internacional.
Y, para aquellos que quieran playa, la verdad es que la oferta es muy amplia, pero no hay que perderse la costa oeste de Mahé, especialmente, por las magníficas vistas que se observan desde allí.