Viajar en verano y disfrutar de unos días de vacaciones en otro país no tiene por qué ser caro. Hay destinos que son más económicos y que tampoco necesitan muchos días para verse, lo que abarata también el coste del viaje. Además, muchos de ellos tienen una gran belleza y bien merece la pena visitarlos. Dentro de este grupo de destinos espectaculares y low cost, está el Santuario de Bom Jesus do Monte, que está en la localidad portuguesa de Braga. Un lugar que está declarado como Patrimonio Mundial de la Unesco.
El entorno
El Santuario de Bom Jesus do Monte está a unos cinco kilómetros de Braga, que está situada al norte del país. Su nombre, que traducido del portugués significa ‘Buen Jesús del Monte’, ha sido durante muchos años un lugar de peregrinaje, aunque en la actualidad es uno de los principales puntos de atracción turística de esta ciudad y del país luso.
No obstante, no hace falta ser creyente para visitarlo porque, la verdad, es que es un santuario muy bello y rico desde el punto de vista arquitectónico y artístico. Eso sí, hay que tener un poco de forma física –o bien tomárselo con calma-, porque tiene unas cuentas escaleras por subir y bajar con las que se salva un desnivel de unos 116 metros.
Estilo
El Santuario del Bom Jesus destaca por sus escaleras de estilo barroco. Es un monumento, además, que ha influido en la arquitectura y diseño de otros lugares de Portugal como Lamego, así como en otros partes del mundo en las que ha habido relación con el país luso como es el caso de Brasil donde se encuentran semejanzas con el Santuario de Congonhas.
Dentro de esta joya arquitectónica, las escaleras que hay que subir son precisamente uno de sus atractivos. Y es que, mientras se va ascendiendo, se va encontrando por la escalinata un programa teológico que contrasta los sentidos del mundo material con las virtudes del espíritu, además de experimentarse las escenas de la Pasión de Cristo, lo que lo hacía atractivo para los peregrinos que, al culminar el esfuerzo, llegaban a la iglesia, que está en la cima de la colina y en cuyo interior no hay que perderse las pinturas de Pedro Alexandrino.
Así, mientras se suben las escaleras se recorren 17 rellanos decorados con estatuas alegóricas y decoraciones barrocas que aluden a la Vía Sacra, los Cinco Sentidos o las Virtudes, aparte de verse en lo alto a las ocho figuras bíblicas que representan a los participantes en la Condenación de Jesús.
Además, también merece la pena fijarse en las fuentes que hay en los diferentes tramos de la escalera, puesto que representan la purificación del creyente. Y otro atractivo es la iglesia construida entre 1784 y 1834 por Carlos Amarante, convirtiéndose en la primera neoclásica del país luso. Al lado de ella, está el Museo de la Cofradía, que alberga piezas de arte sacro, y la Biblioteca.
No hay que perderse tampoco las vistas desde todo lo alto, una vez se han subido todas las escaleras, ya que son de gran belleza y permite observar todas las piedras, aparte de unos hermosos atardeceres y la panorámica de la ciudad.
Y, si no se quieren subir las escaleras, otra opción de llegar arriba es hacerlo por carreteras adoquinadas por las que se puede caminar o circular en bici o a caballo, aunque se pierde todo el encanto.
Un funicular único
El Santuario de Bom Jesús do Monte tiene varias vías de acceso. Una de ellas es a pie, mientras que también se puede llegar a él por coche, autobús urbano o bien haciendo uso del funicular que, precisamente, es otro de los atractivos de esta zona, ya que está considerada como una obra representativa de ingeniería del siglo XIX.
Además, este funicular fue el primero que se instaló en Portugal, datando de 1.882. Como elemento diferencial, cabe destacar que emplea un sistema de agua con el que se logra vencer un desnivel de 300 metros en unos tres minutos de tiempo aproximadamente. Un funicular que es el más viejo del mundo, pero que sigue funcionando sin problemas.