El Valle de Liébana es un destino ideal para vivir una estancia en plena naturaleza y un paraje sin igual en el que es posible disfrutar del entorno natural, así como de los pueblos situados en sus inmediaciones, que son ricos en historia y arquitectura. Y, por supuesto, no puede faltar la rica gastronomía. Un conjunto de opciones que convierte a este valle en un destino perfecto para cualquier turista.
Arte
El Valle de Liébana, situado en Cantabria, alberga una ruta de iglesias prerrománicas. Justo antes de su entrada, ya se puede ver la primera de ellas. Se trata de la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña, que data del siglo X.
La ruta continúa hacia Potes, desde donde hay que recorrer unos tres kilómetros para llegar al recoleto monasterio de Santo Toribio de Liébana, que guarda la huella de su abad: el Beato de Liébana. Además, allí se encuentra la reliquia de la cruz de Jesucristo, la Lignum Crucis.
Los atractivos históricos y artísticos del Valle de Liébana no acaban aquí. En Potes, se pueden ver puentes y torres. No en vano, es conocida como la villa de los puentes y las torres, que están en medio del valle.
Es una zona en la que hay que recorrer sus calles no solo para disfrutarlas, sino también para conocer su gastronomía. Entre los productos más típicos están los quesos de Lebeña y Aliva. Otra opción es degustar un buen cocido lebaniego. Y, para beber, no hay que irse sin probar el orujo de la tierra.
Naturaleza
Para disfrutar de la naturaleza, un buen recorrido es Fuente Dé, que está a los pies del río Deva, en plena montaña. Una buena elección es coger el teleférico en Puente Dé para subir al Mirador del Cable. Desde allí se ve un paisaje que es único entre montañas de riscos, crestas y valles.