Israel no es habitual que forme parte de los países que primero vienen a la cabeza cuando se piensa en zonas verdes y, especialmente, en jardines. A diferencia de la típica imagen que se tiene y que suele estar relacionada con países desérticos, es un país que también tiene jardines, algunos de los cuales pueden ser considerados como auténticos oasis, aunque tampoco en su concepto tradicional. Pero, ¿cuáles son? ¿Qué es lo que debe verse?
Los jardines
Bien es cierto, que alrededor del 60% del territorio de Israel es desierto. Pero en ese 40% restante se pueden encontrar varios jardines, que se caracterizan por tener una gran belleza. De hecho, incluso, algunos de ellos son impresionantes por la vegetación que tienen y el entorno que conforman.
Cualquiera de las 150 reservas naturales y 65 parques nacionales del país pueden ser visitados, pero en esta ocasión nos vamos a quedar con cuatro jardines por sus particularidades.
El primero de ellos es el llamado Jardines Botánicos de Jerusalén, que están considerados como un auténtico pulmón verde en medio de la ciudad. Además, gracias a su superficie de 4.000 metros cuadrados, son uno de los jardines más grandes de Oriente Medio. No es su único atractivo. También es posible ver más de 6.500 especies y variedades de plantas que son originarias de los cinco continentes.
También pueden verse los Jardines de Bahai, que se localizan en la localidad de Akko. Estos son menos conocidos, pero son muy llamativos por su forma circular y estar dispuestos de manera que rodean la mansión en la que vibió Bahá’u’lláh, el profeta del bahaísmo).
El recorrido por las zonas ajardinadas de Israel también nos lleva al Parque Yarkon, que se halla en Tel Aviv. Aquí se encuentra el jardín de tipo rocoso, que está considerado como el más grande del mundo. Uno de sus principales atractivos es ver las piedras de diversas zonas del país. Además, es posible visitar el jardín que tiene en el que hay más de 3.000 variedades solo de cactus.
Otra opción es el Jardín Botánico Ein Gedi, que está cerca del mar Muerto, con más de 1.000 variedades de plantas, algunas de las cuales son raras o extrañas como los árboles baobab o la flora originaria de Madagascar.
Y, finalmente, está el Jardín Botánico Eilat, que es una auténtica jungla tropical en medio del desierto. Situado en el sur del país, tiene una flora de más de 1.000 especies entre las que se encuentran plantas autóctonas como el bálsamo de Abraham.