La palabra «único» será la protagonista de tu viaje a Jerusalén. Esta es una ciudad amurallada montañosa, con una historia de 5.000 años y sagrada para más de un tercio de la población mundial. Para los judíos, Jerusalén ha sido siempre el eje central de la devoción y los anhelos espirituales. Para muchas otras personas es el centro psíquico de su mundo.
Durante más de 2.000 años, los cristianos han venerado a Jerusalén como el lugar donde nació su fe. Este fue el lugar de la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús de Nazaret. Para la tradición islámica es el «lugar más lejano», en el que Mahoma ascendió al cielo. Es la tercera ciudad más sagrada para los musulmanes después de La Meca y Medina. Una tradición musulmana asegura que la gran roca del monte de Jerusalén está hecha de piedras del Jardín del Edén.
El punto central de cualquier visita a Jerusalén es la amurallada Ciudad Vieja, con sus cuatro barrios residenciales (cristianos, judíos, armenios y musulmanes) y el Monte del Templo. Es una mezcla sensual de lugares exóticos, con sonidos y olores indescriptibles. Fuera de la Ciudad Vieja verás una moderna metrópoli de 700.000 habitantes. No es tan cosmopolita como Tel Aviv, pero tiene muy buenos restaurantes, salas de conciertos, mercados y tiendas de muy alta calidad, así como barrios pintorescos que recuerdan la anterior simplicidad del lugar.
La ciudad se enorgullece de su continuidad histórica y han realizado ordenanzas municipales que obligan a los constructores a seguir con las mismas líneas clásicas en las nuevas construcciones. Sigue siendo la gran protagonista la piedra caliza brillante que hace a los edificios parecer de oro.