Eritrea es un país rompecorazones. No hace demasiado tiempo quisieron publicitarlo como uno de los mejores destinos vacacionales. Ahora, y superando muy pocos de los problemas políticos que tiene, está empezando a recobrar ese interés como destino turístico ideal al que viajar para pasar unas vacaciones y olvidarse de las grandes ciudades. El mayor problema es que continúa en desacuerdo con su país vecino: Etiopia.
Eritrea continúa siendo uno de los mayores secretos de África. No es sorprendente, que quede por debajo de los radares de muchos viajeros y siga siendo ese gran desconocido. La capital de país, Asmara, cuenta con la más brillante colección de maravillas arquitectónicas coloniales que hay en África. Es algo increíble llegar esta ciudad y encontrar incluso ejemplos de arquitectura art-deco.
En la costa del Mar Rojo, se encuentra la sofocante ciudad de Massawa con una gran influencia islámica. También es el punto de partida para realizar las visitas a las Islas Dahlak. Estas islas son muy poco conocidas y el conjunto total está formado por 2 islas principales y 124 islotes colidantes.
El sur de Eritrea ofrece una excelente variedad de sitios arqueológicos donde poder descubrir más sobre su historia. El baldío de Dankalia se extiende hacia el sur, y está considerado como una de las zonas más inhóspitas. Aquí encontrarás desde verdes oasis de palmeras hasta inmensas llanuras desérticas.
Eritrea está formada por diversos grupos étnicos. Aunque el país se enfrenta a numerosas dificultades es paradójico que continúe siendo una de las regiones de África más pacíficas, seguras y acogedoras para visitar por los turistas más aventureros.