Al hablar de Castilla-La Mancha siempre viene a la cabeza la idea de los molinos de viento. Y, realmente, hay paisajes muy bellos. Pero esta comunidad autónoma es mucho más, ya que alberga auténticos paraísos naturales, que son desconocidos por muchas personas. Entre sus principales atractivos está el Parque Nacional de Cabañeros y Tablas de Daimiel. Son unos refugios naturales a los que se suman otras zonas de bosques y montañas para ver y recorrer valles, sierras, ríos, cañones, simas y barrancos.
Parques nacionales
Los parques nacionales de Cabañeros y Tablas de Daimiel son dos de los símbolos naturales de Castilla-La Mancha más importantes. Además de poder disfrutar de su flora y fauna, albergan otros muchos atractivos y ofrecen múltiples posibilidades.
Por ejemplo, el Parque Nacional de Cabañeros tiene tierras escarpadas y rañas, que son ideales para hacer actividades como senderismo o dar un paseo a caballo mientras se observan águilas imperiales, cigüeñas negras, corzos o buitres, entre otros animales.
El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel igualmente tiene muchos atractivos. Entre ellos, destaca su paisaje rodeado de agua. Este parque, que es Reserva de la Biosfera por la UNESCO, tiene una red de pasarelas para conocer uno de los ecosistemas húmedos de mayor valor en todo el mundo.
Naturaleza
Además de estos parques, en Castilla-La Mancha hay otras muchas zonas para disfrutar del entorno natural. Esta comunidad cuenta con más de medio millón de hectáreas ocupadas por los parques naturales y rincones de especial riqueza medioambiental.
Dentro de ellos, están, por ejemplo, el Alto Tajo o el cañón de la Hoz de Peregrina, el Barranco del río Dulce y el mirador de Félix Rodríguez de la Fuente. Tampoco hay que perderse las escarpadas Hoces del Cabriel, los volcanes del Campo de Calatrava o la desconocida Sierra Norte de Guadalajara en la que destaca el Hayedo de Tejera Negra. Son atractivos a los que se suma el Pico del Lobo Cebollera y la Reserva Fluvial del río Pelagallinas.