Las orillas del río Rin, en Alemania, están salpicadas de antiguos castillos, especialmente el tramo comprendido entre Bonn y Maguncia. A lo largo de este tramo de la vía fluvial, hay más castillos que en cualquier otro río del mundo. Creados como estructuras puramente defensivas, carecían de toda noción romántica en contra de lo que muchos piensan. De lo que no cabe duda es que son construcciones fascinantes.
Estos castillos fueron construidos por los gobernantes de la época en sus territorios. Se construían en las colinas y en las tierras bajas para que estuvieran rodeados de agua de esta forma, era más fácil la protección de estas grandes protecciones señoriales. En la mayoría de los casos, el trabajo de construcción de estas moles de piedra era durísimo y se encargaban de ello los siervos feudales. Uno de los castillos más importantes de la zona es el conocido como Marksburg.
Este castillo, presenta una estructura completamente medieval. Se construyó a principios del siglo XIII, y se le conoció con el nombre de fue conocido primero como «Braubach”. Pertenecía a los Señores de Eppstein. Poco tiempo después, pasó a ser propiedad de los condes de Katzenelnbogen, quienes lo convirtieron en una verdadera fortaleza. De 1479 a 1803, Marksburg estuvo bajo el dominio ininterrumpido de los landgraves de Hesse y, posteriormente, hasta 1866, por el ducado de Nassau.
En 1866, el castillo, junto con la ciudad de Braubach, pasaron a ser parte de Prusia y en 1900 fue comprado por la Asociación para la Conservación de los Castillos Alemanes. Los restauradores tuvieron que realizar un largo y duro trabajo de rehabilitación. Sólo aquellos que tiene una excelente forma física se atreven a subir la empinada cuesta que lleva a Marksburg.