Situada al sur de Francia, entre Perpiñán y Toulouse, en el área del Languedoc-Rosellón, la ciudad de Carcassone es especialmente conocida como villa medieval fortificada. Su historia se remonta al siglo VI a.C. como ciudad romana y posteriormente fortificada, en el siglo IV, como respuesta a tres siglos de invasiones puntuales por ser villa fronteriza al norte del reino visigodo. Tras la ocupación musulmana, en los años 725 a 759, Carcassone pasa a manos de los Francos y durante la época feudal emerge como principado, extendiendo sus dominios hasta Nimes.
Marcada por la gran influencia de la religión cátara, en 1208 emprende una cruzada contra los Albigenses que se traduce en una nueva conquista territorial, anexionándose al dominio real en 1226. Desde entonces hasta la firma del tratado de los Pirineos, Carcassone constituye una pieza clave del dispositivo de defensa fronteriza entre Francia y Aragón. Ya, en 1997, la ciudad pasa a ser inscrita dentro de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Castillo, murallas y torres
Hay cuatro puertas de acceso al interior de la ciudad, situadas en las murallas y coincidiendo con los puntos cardinales:
La puerta de Narbona. Ubicada en la sección oriental y llamada así por estar orientada hacia la ciudad con su mismo nombre. Data del año 1280 y se compone de dos torres a tres niveles, que enmarcan un cuerpo central de defensa. La puerta de acceso está reforzada por un doble rastrillo y custodiada por matacanes, desde los que se podían lanzar proyectiles, en caso de ataque. Con la finalidad de poder soportar las épocas de asedio, en la torre norte se destinó una cámara para almacenar víveres y a la torre sur se la dotó con una cisterna de agua.
En 1859 se llevó a cabo una rehabilitación que la dotó de una especie de puente levadizo que no existía originariamente.
La puerta del Aude. Llamada así porque está abierta hacia el río Aude, en la zona occidental del conjunto. Se trata del sector con más difícil acceso al recinto fortificado, protegido por una barbacana, un castillete y un matacán (plataforma con orificios para lanzar proyectiles, situada en la parte alta de la muralla).
Su configuración revela un sofisticado sistema defensivo: puertas que en realidad no existen, con la finalidad de burlar un intento de intrusión, y pasillos con recovecos y cruces que se convierten en una trampa laberíntica, quedando expuesto el invasor a los disparos desde todos los ángulos.
La rampa de acceso tenía su inicio en la barbacana, actualmente desaparecida. El ascenso se realizaba mediante curvas y giros para dificultar la entrada.
El origen de esta parte de la muralla es visigodo y su refuerzo consistía en estar elevada sobre la propia muralla y reforzada con tres contrafuertes (siglo XIII).
La puerta del burgo o de Rodez. Situada al norte y custodiada por dos torres, esta sencilla puerta comunicaba la ciudad con el antiguo burgo de Saint-Vincent y su defensa estaba constituida por la barbacana Notre-Dame y la torre Mourétis.
La puerta de Saint-Nazaire. Ubicada en la torre con el mismo nombre, en la zona sur del recinto. Da acceso a la muralla y a la ciudadela a través de un pasadizo protegido por matacanes y aspilleras (aberturas verticales, estrechas y profundas que se situaban en las murallas y permitían lanzar flechas o ballestas).
Su planteamiento defensivo original era muy complejo, pero la estructura fue modificada a mediados del siglo XIX, perdiendo su carácter.
A lo largo de la muralla, diferentes torres con sus propias historias nos deleitaran en esta visita al pasado de esta hermosa ciudad amurallada: la torre visigoda, la torre de la Inquisición, la torre de Cahuzac o la torre Mi Padre. La catedral de Saint-Nazaire et Saint-Celse, en el interior del recinto o el museo lapidario, en la primera planta del castillo son otros de los elementos importantes incluidos en la visita a Carcassone.