Sólo hay una manera de entrar en Mónaco (por mar) sin tener que viajar a través de Francia: Port Hercule. Así es como se llama el poderoso puerto de este pequeño-gran país. Lo más importante para muchos de sus habitantes es que su puerto es también la única forma de entrar, con estilo al Principado. El estilo es el protagonista de cualquier viaje a Mónaco. Podrás verlo y sentirlo a través de cada metro cuadrado que recorras nada más llegar.
Desde lejos, seguro que te quedas asombrado de su color terracota y el sinfín de edificios que encontrarás en la zona. No te pierdas las mansiones flotantes que hay en el puerto. Al entrar en el puerto, hay un aire de dinamismo, aunque modesto.
Puedes alquilar un Segway en la oficina de información, pero es mucho más elegante comenzar tu andadura mostrando los zapatos más caros que tengas. Pronto llegarás al casino. Durante este pequeño trayecto, te darás cuenta de que hubiera sido mejor alquilar un coche con chofer para que todo el mundo te vea… si vas andando no serás el centro de atención.
Cuando finalmente decidas volver al puerto debes acercarte a ver alguna de las lujosas embarcaciones que allí encontrarás. Todos los constructores de yates grandes tienen oficinas en los alrededores. Wally, es una de las empresas más fuertes de la zona. Uno de los barcos que verás es el «W2«. Está diseñado por Philippe Starck, es una verdadera obra de arte. Es muy fácil de detectar gracias a sus sus curvas de estilo antiguo y el uso de una madera especial.
Mónaco está a medio camino entre lo sofisticado y lo hortera, entre los refinado y lo vulgar. Sin ser de gran belleza, es atractiva y se puede recorrer en un solo día.
Un saludo.