Este verano, como consecuencia de la pandemia, parece que las vacaciones de verano van a tener que pasarse más cerca de casa. Entre los destinos más bellos de España de sol y playa está Formentera, una isla dentro del conjunto de las Baleares que, además, ha tenido una baja incidencia de la Covid-19. Conocida por sus playas y por su fauna y vegetación, así como por sus paisajes tan característicos, sus tierras albergan otra serie de secretos de gran belleza. Son sus pueblos. Quizá la parte menos conocida, pero que bien merecen ser visitados.
La Savina
La Savina es un puerto, que está situado en el extremo occidental de la isla. En general, nadie suele darse cuenta de las posibilidades que ofrece para el turismo porque es un lugar de paso, dado que suelen atracar los barcos que proceden de Ibiza.
Sin embargo, es un buen lugar para conocer porque tiene historia. De hecho, fue creado a finales del siglo XIX. En ella, hay que ver la estación marítima, hoy en día ya renovada, así como el amplio puerto deportivo que está al lado y en el que se pueden alquilar las barcas.
Además, es una zona de bares y restaurantes, aparte de albergar un pequeño mercadillo hippie, que se puede ver todas las tardes. El recorrido acaba en el antiguo dique, punto donde comienza una ruta para bicis que va hacia el parque natural.
Pilar de la Mola
Esta población suele ser bastante tranquila, salvo cuando acoge el mercado de artesanía, que se celebra los miércoles y domingo de mayo a octubre por la tarde. Dentro del pueblo, se puede ver la iglesia del Pilar, que fue construida en el siglo XVIII, así como las numerosas paredes de piedra seca que acotan los campos en los que se pueden ver los viñedos.
Cerca de esta población, está el famoso faro, al que se llega siguiendo la carretera principal. Una vez allí, cuando termina el camino, se observan unas vistas espectaculares de los acantilados.
Es Pujols
Otro de los núcleos urbanos en este recorrido por Formentera es Es Pujols. Una pequeña localidad, pero que es una de las principales zonas turísticas de la isla, concentrándose una buena parte de la oferta hotelera y de restauración con múltiples propuestas.
Por supuesto, es un lugar ideal para vivir la noche o para disfrutar de una jornada de compras en las tiendas, principalmente enfocadas a moda de verano.
Es Caló de Sant Agustí
Esta localidad pesquera llama la atención por los varaderos de madera –declarados de interés cultural en el año 2002-, con los que se protegen las embarcaciones del agua salada. Además, hay que recorrer su puerto natural y las pequeñas calas de arena, así como sus acantilados.
Cerca está el punto de inicio de la ruta verde 25, que recorre el camino histórico para subir a La Mola. Conforme se asciende por el camino, se observan excelentes panorámicas de la isla. También hay que ver el castillo romano de Can Blai.
Sant Francesc Xavier
Esta localidad es la capital de Formentera. Dentro de ella, está la iglesia parroquial, que tiene un aspecto bastante austero porque fue planteada como una fortaleza defensiva. De hecho, llama la atención su puerta revestida de planchas de hierro.
En este pueblo también hay que ver la capella de sa Tanca Vella –destaca su bóveda de cañón-, que data del siglo XIII, y el Fosarr Vell, un cementerio restaurado por el arquitecto Marià Castelló, que fue finalista en los premios FAD de arquitectura de 2017.
La ruta también nos lleva a los molinos de sa Mirada, que fueron edificados en el siglo XIX y que dejaron de funcionar en los años 50. Desde allí, se observan panorámicas de brazos de tierra y mar.
Sant Ferran
Esta población de interior es conocida por haber sido el punto de encuentro de hippies y bohemios en los años 70. Una localidad libre, creativa y festiva, que conserva los mercados artesanales y artísticos durante los meses de verano. Además, hay que ver la iglesia de Sant Ferran de ses Roques.