Nunca digas que ya lo has visto todo. Ni siquiera el viajero más experimentado puede decir que ha tenido la suerte de estar en todos los rincones del planeta. Habrás escuchado que mucha gente ha dado la vuelta al mundo, pero de ahí a conocer lugares tan recónditos como el archipiélago de Tuamotu hay mucha diferencia.
Está en la Polinesia Francesa, a muchísimos miles de kilómetros de Europa, y lo tiene todo para ser considerado un paraíso terrenal. Las fotografías hablan por sí solas, y quienes han estado allí pueden dar fe de que la palabra estrés jamás se ha escuchado por esos lares.
El paraíso de la tranquilidad
En total son 77 atolones y su población no llega ni a los 600 habitantes, así que no entienden de atascos ni de colas para ir a comprar a la pescadería. Sus islas de coral, de una forma alargada que parece haber sido diseñada con algún programa de edición, son un espectáculo para la vista que uno solo puede llegar a describir con precisión si pone los pies allí.
Si quieres visitar Tuamotu tendrás que conseguir un billete de Air France que te llevará desde Madrid hasta Los Ángeles, donde hace escala para llenar el tanque de queroseno antes de reemprender la ruta. Tu siguiente destino es Papeete, la capital de la Polinesia Francesa, donde tendrás que contratar un vuelo con Air Tahiti Nui que te llevará a una de las islas más populares del archipiélago que nos ocupa.
A Tuamotu no deberías llevarte el móvil. Estarás en otro mundo y solo merece la pena recurrir a las tecnologías para ponerte en contacto con familiares y amigos de tanto en cuanto. Hay que disfrutar de la tranquilidad, fundirse con la naturaleza y ser lo suficientemente abierto como para entablar conversación con los nativos. Ellos te mostrarán que no todo es trabajar a destajo en una oficina y pasarse el día enganchado a las redes sociales. La vida puede ser muy distinta.
Mucho que ver y mucho que aprender
Aprenderás los bailes tradicionales de Tahití y podrás crear coronas de flores como las que tantas veces habrás visto en las películas. Y cómo no, entre aprendizaje y aprendizaje podrás darte un chapuzón en cualquiera de sus playas, que como podrás imaginar son de lo mejorcito que hay en el planeta (de hecho, en la Polinesia Francesa está la playa más bonita del mundo).
«El collar de perlas de Tahití», que es el apodo que ha llegado a recibir Tuamotu, presume de islas y atolones como Rangiroa (el segundo mayor atolón del mundo), Manihi, Tikehau y Fakarava, donde podrás bucear, pasear a caballo o practicar pesca en alta mar. Además, no tendrás que preocuparte por el alojamiento, ya que hay establecimientos de lujo como el Tikehau Pearl Beach Resort, el White Sand Beach Resort Fakarava o el Hotel Kia Ora.
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