Es una maravilla de la naturaleza. Un lugar de una belleza especial que todos deberíamos poder ver con nuestros propios ojos. El lago McKenzie está en Australia, concretamente en la paradisíaca Isla Fraser, y sus aguas increíblemente transparentes lo han convertido en el lago más cristalino del mundo.
Por eso fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1992. Es el lugar soñado para unas vacaciones inolvidables, así que, si todavía no tienes destino para este verano, estás a tiempo de organizar un viaje para conocer este remoto rincón del mundo.
Un paraíso natural
Isla Fraser es la isla de arena más grande del planeta, con sus 1.840 kilómetros cuadrados. Bella, paradisíaca y famosa por sus maravillosas playas (algunas de ellas han sido catalogadas como las mejores playas del mundo según National Geographic), y por la gran cantidad de lagos que posee, nada menos que un centenar, de los cuales el Lago McKenzie es el más visitado por los turistas que llegan hasta allí.
Se trata de una laguna que tiene una extensión de 150 hectáreas, y unos 5 metros de profundidad. Se encuentra en un paraje imnpresionante, a unos 100 metros de altitud. Para ir hasta allí hay que viajar en 4X4 circulando por caminos de arena que atraviesan bosques tropicales. Una vez llegas al lugar, la visión del lago te deja sin palabras. Sus aguas cristalinas son algo único. La razón por la que están tan claras es porque el fondo del lago es de arena de sílice, blanca y fina, que actúa como si de un filtro se tratase, por lo que el agua se mantiene muy clara. Además, el lago McKenzie solo se abastece del agua de la lluvia, pues no tiene ninguna fuente subterránea ni desemboca en él ningún arroyo.
A pesar de estar en la otra punta del mundo, si te decides a conocer este lago de aguas dulces y transparentes, seguro que no te sentirás defraudado. Una maravilla natural en toda regla.
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