La primavera es una época perfecta para viajar a Irlanda. De hecho, si os decidís a descubrir este bellísimo país en las próximas semanas, asistiréis a un paisaje espectacular. La exploción de la estación primaveral hace que la verde tierra irlandesa esté aún más exuberante, más fresca y salvaje, si cabe.
Además del maravilloso entorno natural, Irlanda tiene mucho que ofrecer. Como Dublín, la capital, una ciudad en la que encontraréis un poco de todo: edificios históricos, recoletas calles y plazas, interesantes monumentos y, cómo no, típicos pubs en los que pasar un buen rato. Pero hoy quería hablaros de los alrededores de Dublín, donde se esconden lugares increíbles. Si tenéis tiempo, no lo dudéis y lanzaos a explorar el entorno dublinés. Merecerá la pena.
Wicklow, las montañas mágicas
Están muy cerca de Dublín y son uno de los lugares más recomendables de la zona, no solamente por la belleza natural que le dan los escarpados riscos y los precipicios rocosos que las dominan, o los bosques umbríos que abundan entre los montes, sino también por los interesantes lugares que esconden.
Como los jardines de Powerscourt, de los que se dice que son los más bellos de Irlanda. Se alzan al pie de una montaña y podréis visitarlos todos los días hasta el anochecer. Allí os encontraréis una increíble muestra de jardines ornamentales, entre otras riquezas botánicas.
El monasterio de Glendalough
Pero si buscáis un lugar mágico en los alrededores de Dublín, lo hallaréis sin duda en las ruinas del monasterio de Glendalough, escondido en el valle de los Dos Lagos, también en las montañas Wicklow. Fue fundado en el siglo VI, aunque la mayoría de sus edificios se levantaron entre los siglos VIII y XII. Merece la pena acercarse sólo por contemplar el maravilloso entorno que abraza al monasterio, aunque también es un aliciente poder ver las joyas arqueológicas que allí se conservan: restos de iglesias y catedrales antiguas, e incluso una tumba de la edad del bronce.