Aunque no es el más grande, ni el más profundo, el lago Bled, a unos 50 kilómetros de Ljubljana, la capital de Eslovenia, se ha convertido en uno de los lugares más visitados del país. Está casi en la frontera con Austria, y es uno de esos rincones especiales al que todos deberíamos poder viajar al menos una vez en la vida. El destino perfecto si estáis planeando una escapada romántica en pareja.
Junto al lago Bled, está el pueblo del mismo nombre. Durante la Edad Media tuvo su importancia, aunque hoy pasa desapercibido. Es el lago el que acapara todo el interés, por su belleza y la espectacularidad de sus paisajes.
El castillo de Bled, sobre un acantilado
En los alrededores del lago, además de montañas y bosques frondosos, hay dos monumentos que no podéis dejar de visitar si nos acercáis hasta estas latitudes. Se trata del Castillo de Bled, el más antiguo de Eslovenia, situado junto al lago sobre un acantilado de 130 metros de altura. Los interiores te llevan directamente a la Edad Media, y las vistas te dejan literalmente sin respiración, de tan impresionantes como son. Para llegar hasta el castillo se puede subir en coche, o también dando un paseo de unos 15 o 20 minutos desde el pueblo. A pesar de lo empinado del camino, ésta me parece la opción más recomendable, ya que será un placer disfrutar del entorno.
Una isla de cuento
Por otra parte, la iglesia de la Asunción es otro monumento de interés. Fue construida en el siglo XV sobre una pequeña isla que hay en el centro del lago, y a la que tendréis que llegar en barco. Excepto en los meses más fríos, cuando el lago se congela, siempre hay barquitos de madera que van y vienen de la isla transportando a los turistas.